Esta villa, hoy rehabilitada como pequeño hotel, encierra en su arquitectura y en su entorno rural un período y un ambiente muy singular y representativo del “devenir” histórico, social y cultural vascos.
Es la primera villa neovasca, construida a finales del siglo XIX en plena efervescencia de los regionalismos europeos de raíz romántica y en indudable respuesta a la gran crisis de tintes identitarios provocados por la abolición foral de 1.876